
En Uganda, más de la mitad de la población tiene menos de 18 años. Sin embargo, millones de niños y niñas crecen sin acceso garantizado a derechos tan básicos como la educación, la salud o la alimentación. Muchos viven en situación de vulnerabilidad, con hogares desestructurados, enfermedades evitables y un sistema educativo colapsado por la falta de recursos.
Pero en medio de esta realidad difícil, florece algo poderoso: la esperanza. En cada niño hay un potencial inmenso, y en cada historia, una razón para actuar. Desde KIDANDA trabajamos para que más niños y niñas puedan acceder a una vida digna, segura y feliz. Porque creemos que la infancia no debería depender del lugar en el que naces, sino del amor y las oportunidades que recibes.